20.9.07

patear la ciudad

Un joven con la mano apuntando al cielo exhibía un limpiaparabrisas, como un trofeo. Se dirigió al primer coche de la fila. En el interior del auto una morocha con camisa negra movía su dedo índice de un lado a otro y repetía “están limpios, están limpios”. El joven amagó dirigirse hacia la fila de coches vecina. Vio que el torso de la morocha de tez muy blanca se perdía en el asiento del acompañante y aprovechó el descuido para apoyar el limpiaparabrisas en el vidrio delantero.
Al incorporarse, la conductora encontró un corazón blanco dibujado en el vidrio.