(Daniel se esfuerza por instalar una sonrisa definitiva en su rostro. Cuando lo consigue …)
Martín, yo Daniel, quiero:
Que borres con Liquid Paper mi número de tu agenda
Que no vuelvas a hacer la torta de manzana con mi receta
Que taches lo que escribimos en el árbol que usábamos de arco en el Parque Chacabuco
Yo Daniel quiero,
Que no le eches la culpa a tu madre, la Santa nada tiene que ver con esto, con mi decisión, (se crispa y en un arranque de discurso político) la decisión es mía como la de cualquier uruguruguayo que habita el suelo sarmientino, ¿me entendiste?
Así que ni se te ocurra:
Dejar un mensaje en el programa de Rolando Hangling a la noche
Atarte con la cadena de la bici a la puerta de la Casa Rosada y pedirme por la tele que vuelva, me ruegues, que (con la voz de Martín)
con los dientes,
con las manos, como puedas
quita de mi ancho cuello
el metal de ésta cadena…
Muerto antes que
solo y arrinconado allá
en mi casa de tierra y sin jardín.
¡Ay qué lamento, qué fuego
me sube por la cabeza!
¡Qué vidrios me astillan la lengua!
Y yo rimaré internamente:
cuando aquésto hagas
apenas rozarán del otro lado
la lengua de tus palabras
que de un salto a la caja
de Ruben es la furgoneta
que me cruza hoy el charco de plata
Entonces:
Me llevo la Topper blanca de tu pie derecho, la que estaba más sanita y te dejo la mía que está tan rota como la tuya del pie izquierdo. Ahora, te quedó el par más parejo.
Me llevo: el ancho y el siete de oro del mazo de cartas del hotel Bribón
Me llevo mi boleto del viaje a Salta que hicimos, vos estabas en la fila 29 y yo en la 30.
No quedaban más asientos, ¡qué escena tuve que hacerle a la vendedora para que me vendiera dos pasajes!. “ Hace un mes me operaron del hígado y me pusieron un tubo acá al costado … hago por ahí. La bolsa ésta ya tiene un mes, y si no me la cambian … en cualquier momento, ahora mismo, podría explotar y salpicar de mierda medio Retiro”.
Prendí un sahumerio de almendra en el cuarto, de los que compramos en la feria de artesanías en Mar del Plata. Era el último, se acabaron. Se acabaron las clases de candombe, compartir la colchoneta para meditar, dejar mis zapatillas afuera del cuarto para que no lo apesten de olor.
Y sí, tendré que aprender a ser fuerte, a hacer el nudo de la corbata … solo, a llevar el changuito del supermercado lleno … solo. Pero ya sé cómo empezar, sé por dónde. Hoy empecé a fumar otra marca de cigarrillos, y mañana voy a pedir otro gusto de helado, a sentarme de otra manera, y pasado mañana a atarme los cordones de las zapatillas con tres nudos. Ya empecé.
Yo Daniel, yo que te quiero