27.10.07

llamame

Llamame, por favor, llamáme.
Cada vez más opaco, más frágil,
estoy que me disuelvo.
Yamamé,
decí mi nombre,
necesito escucharme.

24.10.07

instrucciones para dejarte

(Daniel se esfuerza por instalar una sonrisa definitiva en su rostro. Cuando lo consigue …)

Martín, yo Daniel, quiero:
Que borres con Liquid Paper mi número de tu agenda
Que no vuelvas a hacer la torta de manzana con mi receta
Que taches lo que escribimos en el árbol que usábamos de arco en el Parque Chacabuco

Yo Daniel quiero,
Que no le eches la culpa a tu madre, la Santa nada tiene que ver con esto, con mi decisión, (se crispa y en un arranque de discurso político) la decisión es mía como la de cualquier uruguruguayo que habita el suelo sarmientino, ¿me entendiste?

Así que ni se te ocurra:
Dejar un mensaje en el programa de Rolando Hangling a la noche
Atarte con la cadena de la bici a la puerta de la Casa Rosada y pedirme por la tele que vuelva, me ruegues, que (con la voz de Martín)
con los dientes,
con las manos, como puedas
quita de mi ancho cuello
el metal de ésta cadena…

Muerto antes que
solo y arrinconado allá
en mi casa de tierra y sin jardín.
¡Ay qué lamento, qué fuego
me sube por la cabeza!
¡Qué vidrios me astillan la lengua!

Y yo rimaré internamente:
cuando aquésto hagas
apenas rozarán del otro lado
la lengua de tus palabras
que de un salto a la caja
de Ruben es la furgoneta
que me cruza hoy el charco de plata

Entonces:
Me llevo la Topper blanca de tu pie derecho, la que estaba más sanita y te dejo la mía que está tan rota como la tuya del pie izquierdo. Ahora, te quedó el par más parejo.
Me llevo: el ancho y el siete de oro del mazo de cartas del hotel Bribón
Me llevo mi boleto del viaje a Salta que hicimos, vos estabas en la fila 29 y yo en la 30.
No quedaban más asientos, ¡qué escena tuve que hacerle a la vendedora para que me vendiera dos pasajes!. “ Hace un mes me operaron del hígado y me pusieron un tubo acá al costado … hago por ahí. La bolsa ésta ya tiene un mes, y si no me la cambian … en cualquier momento, ahora mismo, podría explotar y salpicar de mierda medio Retiro”.
Prendí un sahumerio de almendra en el cuarto, de los que compramos en la feria de artesanías en Mar del Plata. Era el último, se acabaron. Se acabaron las clases de candombe, compartir la colchoneta para meditar, dejar mis zapatillas afuera del cuarto para que no lo apesten de olor.
Y sí, tendré que aprender a ser fuerte, a hacer el nudo de la corbata … solo, a llevar el changuito del supermercado lleno … solo. Pero ya sé cómo empezar, sé por dónde. Hoy empecé a fumar otra marca de cigarrillos, y mañana voy a pedir otro gusto de helado, a sentarme de otra manera, y pasado mañana a atarme los cordones de las zapatillas con tres nudos. Ya empecé.

Yo Daniel, yo que te quiero

la muerte del rock

Lo que marca Cromañón es el fin de ciertas prácticas que había producido el under de los ochenta. Lugares inflamables, había chispa, cosas para quemar de una buena vez, roces, contagio, virus, exceso. Había algo que lo mantenía abajo, un borzego que pisaba firme.
Pero hoy el lugar del rock está en otra parte. El supermercado de los festivales. Las góndolas exhiben las bandas de la fecha. Ingenuos, los bepis del barrio van a ver a su equipo jugar en primera. Mientras, prolongado requiem, el rock no vive sino porque aún resulta negocio para Quilmes, Brahama, Pepsi.
A Cromañón se le pegó un calificativo: “tragedia”. Lo que narra la tragedia son las piruetas y final muerte de su héroe: el rock. Escribo sobre el cuerpo del delito.

***

¿Quién escucha a Spinetta? Casi nadie. Jóvenes que añoran los setentas, que revuelven con rabia vinilos en las galerías de Santa Fé (que duplican en precio las mismas ediciones que sacó Pop Art), que persisten en la incomodidad de los pantalones Oxford y en la picazón de la barbeta chehuevariana. O bien, cincuentones que la masacre de la dictadura no alcanzó a borrar. Por eso, el título que lleva su anteúltimo disco resulta elocuente en esta cuestión de precisar un público spinettiano: “Para los árboles”.

***

El Babasónicos de los 90 decía cuando vestía Cemento de palmeras, los disfraces berretas que intentaban manchar los impecables armani menemistas, la convertibilidad oficial argentina a la religión neoliberal. Desde esta punta del escenario “los veo a todos en una comedia parecen cowboys sin acción”. Pero ¿qué posta cantar después de la devaluación?. Lo suyo fue Anoche. Su discurso menguó cuando se apagaron las últimas luces de la fiesta a la que no habían sido invitados, eso está claro. Porque ¿a quién contestarle? ¿dónde estás interlocutor?, ahora que sí están en la fiesta, ahora que el mercado los mima se sienten putitas. Desorientados, nostálgicos: “quiero ser el murmullo de alguna ciudad que no sepa quien soy”. La estrella sólo brilla de noche y de día se esconde tras la capucha de un buzo Levis.
Sin embargo, en arranques de infantil rebeldía contra el mercado, como en la letra del tema “Soy Rock” lanzan: “no voy a ser prisionera de tu organismo feudal”. O cuando intentan decir cómo se habla: “será tu condición racial o tu lugar de privilegio” terminan pidiendo una explicación. Quizás la respuesta la hayan encontrado en el carisma: “Tengo que aprender a fingir mas, y a pilotear lo que pienso”.

***

Disco tributo a Calamaro. Era hora de rendirle un homenaje, devolverle los aportes a la fórmula de la canción calamaresca, que proliferó en Cotis Sorokins, etc. El tributo entierra, la muerte más oficial.
La Vuelta martinfierrista de Calamaro a la vida, disipada la prolongada humareda de porro viene a decir su verdá. Un hallazgo: en su viaje a las tolderías encontró el folklore y el tango. Y una guitarra flamenca que acompaña una voz incapaz de templar un tango.

***

El destino fue otro para bandas como Los Auténticos Decadentes o La Mosca. Hoy su público no supera los doscientos invitados que convocan las fiestas de quince de chicos bilingües en los hoteles más top. Animando fiestas ... donde sobrevive lo que queda de ella.

***

Charly García es un souvenir, un dinosaurio, una pieza de museotel del cowboy Alan Faena. Pide a gritos su defunción: “Saquen y eliminen a esa tonta de mi rock and roll Yo” o “Me convertí en un souvenir. Asesíname, asesíname.” Lo problemático es que nadie logra darle la última estocada. ¿Qué pasa? ¿No pasa nada? ¿Dónde está pasando, en las fiestas electrónicas? ¿Quién tiene la voz de mi generación?

Los últimos saludos, una mano que se blande casi sin fuerzas, agoniza, la despedida del rock. Impaciente en el cajón, aguarda su entierro. Hora de homenajes, tributos, préstamos, deudas.

21.10.07

elasticidad


Ayer a la tarde la florería de la esquina vendía el ramo de fresias a cinco pesos.

Hoy a la mañana: diez. Previsor del exceso de demanda, el vendedor de flores había simpatizado con los múltiplos de dos. En pocas horas, la elasticidad del producto fue de un cien por ciento.

Lo que pueden las madres.

18.10.07

"Mis mujeres no me piden pitos" por Benjamín Diamante

Antes de cruzarme con jacques pensé en decirte esto:"vos realmente crees que tu mamá quiere un pito, que lo necesita?". Tu papá seguro que grita de terror, no por la falta o por el miedo de la falta, sino porque vé que el pito no falta: la falta falta como falta, a la que no le falta nada. Y los papás piensan, y esto donde me lo meto (porque siguen pensando que en algún lado tiene que faltar)- y mientras pienso que a haloscan le fatan las itálicas -mis mujeres no me piden pitos, a mis mujeres no les falta. Pero claro, yo soy puto... tengo pito ¿no?.
Y después me cruzé con jacques que me dijo: ¿Por qué entonces el pánico, el miedo, el "pudor"?La distancia femenina abstrae de sí misma la verdad suspendiendo la relación a la castración. Suspender como podría tenderse o extenderse una tela, una relación, etc., que se deja al mismo tiempo -suspendida- en la indecisión. En el ¢pox®.Relación suspendida a la castración: pero no a la verdad de la castración, en la que la mujer no cree, ni a la verdad como castración, ni a la verdad-castración. La verdad-castración es precisamente el problema del hombre, la problemática masculina que nunca es lo bastante vieja, escéptica ni disimulada, y que en su credulidad, en su estupidez (siempre sexual y que ocasionalmente se presenta como experta maestría), se castra secretando el señuelo de la verdad-castración. (En este punto sería lícito quizá interrogar -desacoplar- el despliegue metafórico del velo; de la verdad que habla, de la castración y del falocentrismo en el discurso lacaniano por ejemplo.)
La “mujer” -la palabra hace época- tampoco cree en el reverso puro de la castración, en la anti-castración. Es demasiado astuta para eso y sabe -de ella, de su operación al menos, deberíamos aprender nosotros, pero ¿quiénes nosotros?- que semejante inversión la privaría de toda posibilidad de simulacro, la devolvería verdaderamente al mismo estado y la instalaría más firmemente que nunca en la vieja máquina, en el falocentrismo asistido de su compadre, imagen inversa de las pupilas, alumno alborotador, es decir, discípulo disciplinado del maestro.Así, pues, la “mujer” necesita del efecto de la castración, sin el cual no sabría seducir ni suscitar el deseo -pero evidentemente no cree en ello. “Mujer” es lo que no cree pero aparenta creer en el marco de un nuevo concepto o de una nueva estructura que persigue la risa. Del hombre - sabe, con un saber al que ninguna filosofía dogmática o crédula podría compararse, que la castración no tiene lugar.y yo tuve cerrar el libro cuando explotaron los espolones, cerrar el libro cuando dijo lacaniano, irme a dormir como se duerme después del cansancio, con los sueños.
La mujer no cree en la castración- siguen faltando las itálicas.

16.10.07

permitirse ser grasa

Después de fatigar los órganos sexuales se queda dormida. Sentado en el sillón, a un costado de la cama, tengo una vista privilegiada de sus dos tatuajes, ojos cerrados y pelo rubio revuelto regrasoso. Después de coger nos bañamos, mentira.
El departamento, un ambiente que es cocina-living-cuarto-escritorio-comedor, está casi a oscuras. En el piso, los preservativos con un nudito en la parte superior, parecen perdigones de una batallada narrada por libros de historia del secundario. Allá, ella, su cuerpo tuneado: un apoyabici perfecto y tetas con curvas de autopista; acá, yo y mi cuerpo rayado por las líneas de luz que burlan la persiana baja. Sobre la mesa de luz, el sahumerio que desprende un continuo hilo de humo invade el aire con olor a vainilla. Fumo el último cigarrillo de la noche y escucho la letra de la última canción del cd:
entre tus piernas
todo entiendo
no te duermas
yo te sueño
La música se corta y apago el cigarrillo en un cenicero que tiene la forma de una mano de puma. Al acostarme, acomodo primero mi cuerpo y después mi respiración a la suya. La mañana siguiente me dirá que soñó conmigo. Desnudo, en el medio de una avenida, hacía señas a los autos. Ella reía desde la vereda de enfrente.

8.10.07

el búho de minerva

dice que la primera vez que viste tu ciudad fue al volver de un largo viaje.

dice que la primera vez que te sentiste sobrio fue después de haberte drogado.






vuelos knockturnos, el búho, un pliegue de la noche.

2.10.07

por un tiempito

Mamá me quiere tanto pero tanto, que me regaló su pito cuando yo nací. Por eso lo cuido tanto pero tanto, que sólo lo comparto con quienes son como ella.
A veces, cuando discute con papá, desearía arrancármelo -como la espada que cuentan estaba enterrada en la piedra- y devolvérselo. Si ella lo tuviera un rato, papá no gritaría tanto ¿no?.