30.8.07
26.8.07
nuestro
Un corte de pelo -corto y descuidado- y un tapado gris con botones gigantes, la introdujeron en el centro de la moda y en la mano de un nuevo novio. La simultaneidad de los acontecimientos, moda y noviazgo, no fue sino efecto de mi ignorancia, o mejor, de la nuestra: terminada la relación casi no nos volvimos a ver.
En el patio de Filosofía y Letras, sentados en los bancos de hormigón, ella intentaba sin éxito interrumpir el llanto y encender un cigarrillo que sus lágrimas habían mojado, yo fracasaba una y otra vez en dar la explicación perfecta que justificara la decisión de distanciarnos, y los demás, ocasionales estudiantes, propinaban desde miradas esquivas hasta miradas de una curiosidad insaciable.
Días después, me aguardaba con los brazos cruzados -qué signo infantil- a la salida de una clase. Como siempre, estaba vestida de negro: pantalón negro, camisa negra, blusa negra; ya había resignado quitarle esa costumbre. El contraste de colores -su piel era exageradamente blanca- le otorgaba una presencia fantasmática. Aunque, con facilidad, se la podía hallar en los labios pintados de un rojo almodóvar. ¿Qué hacía ahí, ella, su rostro enojado y brazos cruzados?
Un reclamo y una amenaza. Al primero, respondí con silencio. Había resignado la ilusión de hallar el argumento perfecto que explicara con objetividad pseudocientífica porqué no podíamos seguir juntos. Algún motivo biológico hubiera sido ideal, no habría a quién echarle la culpa. Contaba también con explicaciones de orden más bien sociológico, una lectura marxista de nuestras vidas antes de conocernos (especial énfasis en el colegio secundario). Iba a utilizar el término "clase". ¡Qué terrible! Pero todas ellas, demasiado académicas, pecaban por ser incapaces de conservar cierta espontaneidad y simpleza que exigía su pregunta. No tenía una razón. Entendía tan poco porqué ella había dejado de moverme, como porqué había empezado hacerlo cuando la conocí. Mi silencio evitó, por lo pronto, terminar en una encarnizada disputa teórica e ideológica sobre ¡nuestro mayor o menor carácter burgués!.
A la amenaza no pude sino responder con una fuerte preocupación y una serie de estúpidos consejos. No lo puedo creer, tenés que comer bien, no comas tanto chocolate porque te quita el hambre, no seas tonta, lo peor que podés hacer conmigo es usarme para lastimarte, la abracé. Ningún beso, pero su tímida sonrisa indicaba que ya había conseguido lo que había venido a buscar. Ese fue nuestro último encuentro.
El siguiente sería un otoño después. En la esquina de la facultad, él, joven profesor de Letras, ella, que con nuevo corte de pelo y tapado gris había dejado de ser su alumna, y yo desde la vereda de enfrente los veía caminar tomados de la mano y riéndose.
Cajón patear la ciudad
25.8.07
Así suena Analía Bustamante
El texto que sigue es un mail de Analía, destinado a sus compañeros de teatro. Decido postearlo, por supuesto que sin su permiso, para intervenir en su circulación. La noche que narra es la de ayer. Que el soporte del texto no sea la materialidad de su voz, grave y lo suficientemente masculina como para que les guste a todos los hombres, es una pena. Creo acertar en lo siguiente: esta hija de puta tiene estilo. Pero bueno, que Analía haga sonar sus teclas.
gfg
gfgf
lugar ameno, sin apretuje suma
resta la falta de decibeles, pero bue se puede hablar
y no salir a matar vecinos
entrando a la jungla con la compañera de juego, mister
michudis siempre mas alta que yo, entonces competir es un fiasco
se adentro uno al revaival de las caruchas y la
reiteración cotidiana que nunca es mucho
apertura: me palpea un patova (me dejo por ser
viernes), que yo reconosco, lo he visto, en algún
momento con peluca o lo que es peor interrogando a
mujeres de negro enviudadas; podría odiarlo, pero me
voy al final del despido y recuerdo que me ha sacado a
bailar un LENTO, cosa muy importante en tiempos de
música acelerada y pocos chicos que sitúan la mano en
el hombro
ppp
de allí, entonces dai, la chica melena, y ahi no me
siento tan sola con mi look rizos rizados efecto de
tanto producto capilar y motos ajenas
paso el mundillo barticiano, que por suerte! y las
gracias!, me ha sacado la etiqueta de
nueva-producto-con-20-gramos-MASS!!!-oferta, paso a
nueva-producto-con-20-gramos-MASS!!!-oferta, paso a
ser vivere de góndola habitual, y ya las charlas, los
reconocimientos en encuentros sutiles cuando se genera
el código. pero lo mismo cuido mis espaldas , están
todos los galeses que se camuflan en el abandono del
negro; pero lo se: puedo ser la próxima víctima y
negro; pero lo se: puedo ser la próxima víctima y
agrandar el cementerio de Vancouver si no me dejo
besar en palanganas y rallar manzanas.
pero debo huir, alguien sabe de lugares ... de donde
hay que poner la cámara para que la toma sea buena
de ahí mujer de la barra, astuta aun con barras
hechas a una altura insólita en función al codo, se
debate la alegría de buenos gancias y la existencia de
lugares como este (maquinolas cableadas que no dan
calor ni besan , pero bue comunican bastante y de ahi
lo bueno) exijo me pase su blog, prometo publicar en
puertas de baños a falta de capacidad internetica
kjk
se sigue la ronda y las viejas caras, la pequeña
estrellaluchisbar; lalau, mujer sutil que puede
mantener el balanceo de cadera aun en tiempos
tremendos de movimientos de imagenes ante tanto
alcojol
kjk
-su ruta!nos dicen, con un foco que lastima las
pupilas ya roja
decision fácil: callarse la boca antes de tirar antros
frecuentados y posibles para no ser juzgado por mala
conducta y esperar a que alguien tire el destino
incierto bajo filo de guillotina de éxito
kkk
pisa el palito el señor bigote, que amen
de esto se acusa de niño ( toda una táctica, para
mujeres bellas; no es el caso, a lugar. nota mental:
puede ser usado para una escena, pensar en el
proyecto)
mickiguikyantrobar, bien muy bien me gustan los patos;
pero es difícil robar objetos de lugares donde no hay
humo, joder con las leyes malas
lo mismo la copa, la moza...
y pichipun dance, ja
lkk
alguien me toca el hombro no cariñosamente
(adquiero la capacidad de reconocimientos de textura-mano)
me prohibe mover la cola, chan!: bolichenobailable
igual el grupo tiene imaginación, sino para que tanta
igual el grupo tiene imaginación, sino para que tanta
clase de teatro. ja! si se dejan los pies fijos en el
suelo y se mueve de ahí pa arriba, no se considera el
verbo bailar , solo hacer el ridículo lo cual aun no
se ha prohibido. lo mismo nos acalambramos y habrá que
restituir la noche
la lastima que perdemos al muchacho de la nieve, igual
lo veremos de miércoles para calentarle los pies
ya grupo minúsculo puede andar en cuatro ruedas,
entonces tutu
kat sabe que puede tirar la carta, aunque no sea
as-de-pica, la suerte viene hechada, y tras tantas
cosas no habrá juzgacion de fracasos de sitios
bar sira, gente joven que aun encara mujeres; lo se,
es la juventud que hemos dejado atrás, pero nos
resistimos a bailar macaferriyasociados (datos: una
rubia en el avión- peor: era muda): recuerdos de una
mente siniestra
pero bue se mueve el esqueleto, para acostarse cansado
y tener sueños profundos
lkl
bonita noche...
nos veremos en lo cotidiano o en lo esporádico,
según los casos
kjk
los saludos habituales ana,
tecleando mas de lo normal
Cajón copywaste a lo benjamin
24.8.07
gauchesco
Tuvo que abandonar su pueblo y apellido por haber sido víctima de un crimen que no tuvo el valor de cometer.
En aquella época, los habitantes de San Mauricio, superaban en número a las cruces del cementerio ubicado detrás de la estación del ferrocarril. Enrique Cachau había cedido ese potrero del fondo de La Elisa -el asunto se resolvió en la Capital- para que la estación pasara por la estancia y llevara su nombre. A dos kilómetros de allí, el vecino Duva, plantaba en una loma de La Lidia los primeros eucaliptus de lo que sería la plaza del pueblo. Un sábado de agosto, el hasta la noche anterior peón de La Elisa, Miguel Gomez, huyó por el camino de tierra que zanjó la disputa territorial entre aquellos hombres. Apuró el paso hasta donde el aliento y los guardamontes le permitieron, para alcanzar el tren de las seis.
Cajón WIP (work in progress)
23.8.07
blogger antes de blogspot
Hace algunos años, creo que en un viaje al Sur, compré el diario íntimo "Descanso de caminantes" de Bioy Casares. No lo puedo leer sino como un blog. Los títulos que inauguran los breves textos son: Noches, Sentimentales, Sueños, Estupideces de ABC, Por lo que pudiera pasar. Es indudable que Bioy lo pensó como blog. Un fragmento de "Por los que pudiera pasar":
"Últimamente varias muchachas, aquí y en el extranjero, están escribiendo tesis sobre mí. Entre ellas, ninguna más tonta, ineficaz y fea que la pobre M."
Cajón lecturras
22.8.07
knockturno 2
- ¿Acá?, pregunta Pau
- …
Mira alrededor. Gastón termina de un trago el líquido anaranjado que queda en el vaso, espera que la mirada de Pau vuelva apoyarse sobre la suya, la toma de la mano y con un leve movimiento hacia adelante del mentón señala la otra punta del bar. Pau aparta la mano de Gastón, se incorpora y se pierde en la penumbra sin volver la mirada. Gastón se toma el medio vaso de cuba libre, revisa si tiene un nuevo mensaje en el celular.
Al costado, el almohadón vacío, aún conserva la forma que el cuerpo de Pau le imprimió al sentarse y que Gastón acaricia antes de guardar su celular en el bolsillo del saco. Al ponerse de pie, el terciopelo le desparrama un intenso escalofrío por la espalda.
Cajón knockturnos
21.8.07
aniversario
Así me agarra el día de mi cumpleaños, comiendo galletitas con Tholem. Repito el número veintidós, veintidós veces para familiarizarme con la materialidad de su sonido. Nos queda un año por delante, le advierto, en vistas a una convivencia que ninguno ha elegido. Hoy, recibiremos llamados de congratulación y agradeceremos sin tener la certeza de para quien iban dirigidos.
Durante el curso del año, habrá quienes me pregunten por ti. Prometo ser discreto y fiel con tu capicúa. Luego de cuatro estaciones, la cifra que te aventaja en un dígito vendrá a mi encuentro con tu misma puntualidad, y nos despidiremos como si jamás nos hubiéramos visto.
Cajón con fé siones
20.8.07
knockturno 1
Hace dos años abrió el bar IMPRONTA que ubicado en Gurruchaga y Honduras aún pasa desapercibido a la juventud que resuelve salidas en los bares que rodean la Plaza Serrano. Poca gente, decoración vintage, una moto Honda con arranque a pedal cuelga del techo, paredes descuidadas exhiben el esqueleto naranja de los ladrillos, mesas bajas sitiadas por sillones de terciopelo azul y una peregrinación de velas: ese parece ser el concepto del bar. Pau pidió un cuba libre y Gastón un Cinzano con Esperidina. No hay casi nadie o no se ve casi nadie.
- Ayer fui a estudiar a lo de Eri, dice Pau, me autoinvité
- Y qué onda, pregunta Gastón
- Qué onda qué
- Éricca, cómo anda
- Bien qué se yo, dice Pau y se deja caer en el respaldo del sillón. No leímos casi nada, se colgaba todo el tiempo. Le pregunté qué onda la carrera y ¿sabés qué me dijo?
- Que larga, dice Gastón y observa cómo la penumbra violácea de las velas se escabulle en el escote de la musculosa blanca de Pau.
Un joven mozo deposita los vasos sobre la mesa y vuelve a sumergirse en la oscuridad oscilante al ritmo de los distanciados beats de la música lounge.
- Ayer fui a estudiar a lo de Eri, dice Pau, me autoinvité
- Y qué onda, pregunta Gastón
- Qué onda qué
- Éricca, cómo anda
- Bien qué se yo, dice Pau y se deja caer en el respaldo del sillón. No leímos casi nada, se colgaba todo el tiempo. Le pregunté qué onda la carrera y ¿sabés qué me dijo?
- Que larga, dice Gastón y observa cómo la penumbra violácea de las velas se escabulle en el escote de la musculosa blanca de Pau.
Un joven mozo deposita los vasos sobre la mesa y vuelve a sumergirse en la oscuridad oscilante al ritmo de los distanciados beats de la música lounge.
18.8.07
knockturno 3
En el interior del baño sólo se oye la respiración agitada de Gastón, el sonido metálico de la hebilla de su cinturón que raspa contra el suelo de mosaico, y los encendidos y esporádicos gemidos de Pau. El baño es amplio, cómodo. El fuerte olor a desodorante de ambiente de limón hace del aire un jarabe espeso, irrespirable. El único foco de una lamparita dicroica inunda las paredes de azulejos azules con una luz blanca de flash. En la pared opuesta al inodoro, la puerta resiste los acolchados golpes del groove que despiden los parlantes.
Las largas piernas de Pau se anudan a la cintura de Gastón, cuyos cuádriceps a punto de estallar soportan el constante balanceo. Su pecho sembrado de pelos absorbe los torpes y débiles golpes que le reparten las desorganizadas tetas de Pau. Libre comercio de fluidos. Pau hunde sus uñas pintadas de un rojo almodóvar en los brazos extendidos de Gastón. El sudor de su espalda vuelve la fría pared de azulejos una superficie resbaladiza. En el piso de mosaico, la cartera bordó, la remera con mangas largas, la musculosa blanca, sobre la musculosa la zapatilla de Gastón.
Cajón knockturnos
17.8.07
16.8.07
cuero
No compré la campera de cuero sin antes contar con una salida ingeniosa que justificara llevarla puesta: el mes que viene me compro la moto. Nuestro encuentro en un local de la Bond Street fue casual. Iba en busca de la remera que me aportaría miradas femeninas en la próxima fiesta, cuando unas botas texanas detrás de la ventana me obligaron a entrar y preguntar su precio. Al parecer, el lugar prescindía de vendedor. ¿Sería aquel cuarentón parado en la puerta del local de enfrente? ¿Habría leído en mi rostro la pregunta curiosa y consumidora mezquina del precio de esas botas?.
gdfg
Mientras aguardaba ser atendido revisé y desacomodé con gusto los artículos de cuero que vestían el local. El romance fue inmediato. Era la primera campera de cuero negra después de una interminable fila de marrones. Además de los cierres al costado en ambas mangas, contaba con un cierre metálico que atravesaba oblicuamente el pecho como la cicatriz de una botella de vidrio a la salida del boliche. Ésas son de mina, oigo decir a una voz masculina y devenida ronca por un atado de cigarrillos diario. Me doy vuelta; y ahí parado exactamente en la misma posición que allá enfrente, el cuarentón, como si se hubiera desplazado con un imán sin levantar un pie del piso. Debía haberlo supuesto: debajo de las camperas los cinco pares de zapatos contaban con tacos casi alpinistas. Sin embargo, ese día, mi respuesta no me arrojaría al ridículo como la última vez que un vendedor me atrapó con un sweater escote en V que empezaba casi en los hombros y le confesé "debería ser mujer". Verguenza me dí. No ésta vez. Mi mejor cara de indiferencia le propinó la respuesta justa.
dsdsds
¿Cuál es el precio de la belleza?, le pregunté mientras removía con cuidado la campera de la percha sin que se trabara en las puntas. Como esperaba: un disparate. Cuatrocientos pesos, dijo el cuarentón con jean y camisa a cuadros, sin dejar asomar una pizca de carga emotiva en su voz, como si exhibir algún sentimiento lo volviera víctima de una violación. Que no intentara justificar, o al menos colaborar a que olvide el precio con un listado breve y razonable de características de la campera o propiedades casi mágicas del cuero, mientras yo, alumno, escuchara atento y en silencio sus sabias palabras dejando al descubierto mi absoluta ignorancia en curtiembre; que terminada la frase, el cuarentón, se dirigiera hacia la puerta como si ya hubiera terminado conmigo, casi duplicó el precio ya inalcanzable de la campera. Así, mi ingenuo gesto consumidor al ingresar al local había sido tan radicalmente exacerbado por aquella situación, que el acto de comprarla se volvío un duelo que no pude sino aceptar.
sdfsdf
El exagerado precio y mi irregular sueldo de publicista freelance demoraron dos semanas nuestro concubinato. Dos semanas que me tuvieron corriendo detrás de morosos, lo peor de todo, amigos la mayoría de ellos. Por su parte, ella aguardaba impaciente en el perchero mientras manos que no eran las mías la quitaban de su refugio para duplicarla en el espejo.
gdfg
gdfgdfg
(sigue, glotón...)
Cajón patear la ciudad
12.8.07
tu vieja te tiene ganas
¿Cuándo vas a morder? ¿No agarraste lo de la ropa limpia, el cuarto ordenado, la disposición a resolverte trámites de la obra social? ¿Ya vas al mismo dentista que ella?
Hoy, no es la misma teta que amaste con desenfreno, pero tampoco tu boca ni labios son los mismos ¿no?. Y así como así, ahora que sabés qué hacer con una teta, vas a buscarla a la cocina. Ella está en camisón -porque ésta es su casa- lavando platos. Te acercás en calzoncillos -los que ella te compró- y le apoyás el miembro en la apertura de los cachetes del culo. Un leve movimiento descendente confirma que los órganos encajan como piezas de un puzzle. Lo demás es tan simple y fácil: nadie mejor que ella conoce tus mañas. Y las conoce tan bien que hasta parecen pertenecerle y administrarlas en tu cuerpo.
Por momentos ella goza más que vos. Al mirarte entiende que cuando te enseñaba a hablar, no estaba sino señalándote el camino de vuelta a sus senos. Por eso se ríe y vos también, entre ustedes no hay más secretos. Cantan mientras cogen parados, sus pechos se blanden mirando hacia el piso, cantan el tema de Frank Sinatra con el que te hacía caer dormido en la cuna y te iba a despertar para ir al colegio. Ella tararea la melodía porque no sabe inglés, y vos con excelente pronunciación y exagerada voz grave decís la letra.
Cajón con fé siones
10.8.07
mis amigas
Nada de propietario, mis amigas no son mías. Vayamos a lo que quiero contar, porque dije amigas y ya empezó a ecoar en tu imaginario y querés seguir ligando con esto que es texto. Ellas están más lindas que nunca, ayer tomando un Valentín Lacrado lo pensé y se los dije cuando brindamos. Fue un evento vernos, olernos, escucharnos después de dos semanas distanciados. Estábamos lubricados, las palabras y gestos corrían fáciles: un enchastre de emociones. Esa vulnerabilidad que ahora me permito, es una especie de ablandarse pero sin perder la erección. Parecería haber más contacto así, pienso para adentro y afuera.
Pero no me domoro más, el ritmo del texto exige que por ejemplo diga que a una de ellas las botas negras por fuera del jean la europizaban y que con su tapado también negro cualquiera acertaría en sospechar que vio toda la Nouvelle Vague y que conoce París mejor que la Cinemascope. Del otro lado de la mesa, una belleza oriental-latina sugiere con el escote de su remera blanca la silueta justa de sus pechos. Pocas mesas desocupadas en el bar Imaginario Cultural, el resto de ellas junto con las jóvenes mozas: trabajando. Cómo no distrarse mirando en el techo el par de ventiladores que giran verticalmente.
Lo que pretendía contar cuando apoyé los dedos en el teclado, es que mis amigas practican artes marciales. Eso, y cómo me gusta escucharlas hablar de los moretones que acumulan durante las clases de kung fú y el shitsu. Golpes, patadas, problemas de equilibrio y el color de los cinturones. Así nos tocamos, con ellas y con vos.
Cajón knocturnos
escribir es mandato
No te voy a contar qué hice, merecer o no merecer- Después te divertís con lo que digo. Y ¿yo? pobre yo, va quedando menos de yo. Le regalé, porque la noche empezó con el cumpleaños de un amigo de tatro, un cuarto de helado de chocolate y dulce de leche. porque hay q pensar cosas piolas para ESE después. para el abajón. kimi novak, para qué seguir yendo a ese lugar, si sólo quedan representantes, yo y el prolema de la representración, hoy leyendo desgrabado de filosofía política, y después me tomo un cajé con un amigo en TEA CONNECTION, qué lindos sillones, estar sentado en la moda. las que miran son rubias y españolas, sí que fichan, pronto en alguna fiesta electrónica nos entrañarán, porque ya /ese ya es de viejo) no voy a raves electrónicas. en algún momnto habrá que admitir que no se fue, que pasaron al costado, no atravesados. pobar la chica de mi generación. tics. HAY QUE CUMPLIR. vos cunplís, yo cumplo, nosotros cumplismos. MANDATOS DE ÉPOCA, el psico de avivó, me sacó la ficha de esto, pero cómo pararlo, esto, cómo se para. el PLAYes fácil, esá garantizado, pero después a la buena de Dios. viste cómo volvió. gracias a Dos, ni lo quiero decir, pero está. algpun día será una figura poética. me gustaría dceir, sólo Dios sabe cuánta plata gasté esta noche, porqye este yo, poco le interesa. si hay se gasta.yo así me consumo. cuándo me darán un diploma por consumir con tanto ahínco, el orgullo de gastar. ella hizo su bille, de ella poco y nada tenía, ni labios ni cola, pero esa sed implacable de bille, su lengua rascándome el bille. y eso que miré bien, con ojo macho. buscando una cola dura cell, pero ella sólo rasqueteaba el bille. lo tuvo, yo también tuve. perfumes feos aunque poderosos. allores, eso mañana aparece, se prende al día. la nariz recuerda. en la clase de canto algo de esto voy a decir, algo, poco supongo. como acá, ventilar menos ¿ya es programa? contarte ¿por qué? contar el cuento para que sea coronado. y te sale gratis. la sacás barata, yo pongo la vida. la digo de nuevo, vida, porque se acaba. otro mandato, macho y entonces tonto, vivir AL PALO, ERECTO, NO PERDER EL FILO Y LA FILO, después esto es cuento, pero mientras tanto, aprovechar que todavía RESPIRA.
Cajón knockturnos
9.8.07
baños públicos
Camarín de las Musas. "Espía a una mujer que se mata", escuchar un texto a veces atractivo de Veronese en cuerpos desafectados (Literatura invitada de lujo, puesto que asistieron todos excepto Teatro). El cuerpo al margen de la producción de signos (puta y pura palabra). Por supuesto que Veronese no es ningún gil, hace sonar el texto en la voz, admirable técnicamente, de los actores. A la salida, con Lahe y Tom, vemos en el medio de la vereda un inodoro sin tapa. Sugiero que orinemos, pero somos demasiado palermitanos para hacerlo. Frente al mingitorio de Duchamp sí lo hubiera hecho.
Cajón knocturnos
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