gauchesco
Tuvo que abandonar su pueblo y apellido por haber sido víctima de un crimen que no tuvo el valor de cometer.
En aquella época, los habitantes de San Mauricio, superaban en número a las cruces del cementerio ubicado detrás de la estación del ferrocarril. Enrique Cachau había cedido ese potrero del fondo de La Elisa -el asunto se resolvió en la Capital- para que la estación pasara por la estancia y llevara su nombre. A dos kilómetros de allí, el vecino Duva, plantaba en una loma de La Lidia los primeros eucaliptus de lo que sería la plaza del pueblo. Un sábado de agosto, el hasta la noche anterior peón de La Elisa, Miguel Gomez, huyó por el camino de tierra que zanjó la disputa territorial entre aquellos hombres. Apuró el paso hasta donde el aliento y los guardamontes le permitieron, para alcanzar el tren de las seis.
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