postales
En una panadería ubicada en el Centro, mientras aguardo ser atendido (ya saqué numerito) observo la edificación de masas secas que realiza Joven Empleado en un paquete para llevar. Frente suyo, la destinataria de esa frágil arquitectura de manteca, una mujer que por lo gorda imagino sólo debe haber podido franquear la puerta de calle de costado. Como en una escena de amor, humedece cada masa seca con la mirada.
Entiendo ahora el perverso juego del empleado que se demora en entregarle el paquete de masas secas, y Mujer Gorda que se desvive por tragarse una por una las masas como monedas de fichín.
De aquel entrecruce de fuerzas se produce una genialidad de la que soy indigno testigo: ella extiende un brazo vulnerando la férrea frontera del mostrador, toma una masa seca y le dice cómplice al joven empleado "ME LLEVO UNA PUESTA".
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