despedida
Un hombre de avanzada edad anuncia su ingreso al café con un aladrido "MUCHA-ACHOS" dirigido hacia un grupo de octogenarios ubicados en la mesa del fondo. Mientras atraviesa trifunfante el desfiladero de mesas en su mayoría desiertas, alza la mano derecha con el puño cerrado y el índice-anular erguidos. "Dos le hicimos" dice, insistiendo en el signo que bien había ya leído el mozo apostado junto a la barra. Con una servilleta blanca-impecable sobre el hombro del saco negro, el mozo huye hacia la cocina para ocultar el fanatismo herido que profesa por su club de fútbol, del mismo que fuera su padre y que su abuelo se jactaba haber puesto casi todos sus ahorros para levantar el estadio.
***
En un lento adiós,
blandiendo la palma de la mano
para una película que jamás verá la pantalla,
me despido de esta escena.
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