turrismo
En un taxi que atraviesa las calles de La Paz
viaja Friederich Honer. Sobre sus rodillas,
duerme plácida una mochila Salomon
norteamericana que sueña
su manufactura asiática. En su interior,
la Guía Lonely Planet Bolivia
comprada vía Internet en Amazon dot com
(atestada de folletos bilingues
que Frederich utiliza como señaladores),
una Cámara fotográfica digital
Sony Cyber-shot DSC-W80,
un chaleco tejido a mano
de lana de llama que compró
en una feria artesanal y se supone
regalo para su novio Otto,
que por mail lo reclama y maldice
las obligaciones laborales que
lo mantienen en cautiverio
en las oficinas de Ericsson.
Casi sin aliento, Frederich
quita la última foto del día,
la estampita hamacándose
del espejito retrovisor del
taxi peugeot quinientos catre,
que lo depositará en el hostel
"No time to rest" acreditado a
la cadena International Hostels.
Allí, una cama cucheta, servirá
de analgésico perfecto para
disipar el ácido láctico que
sus piernas acumularon durante
un interminable día de downhill biking.
A pocas cuadras del destino fijado,
un control policial detiene al vehículo.
El taxista entrega al oficial:
la documentación del peugeot
la documentación personal
y la autorización del titular
vencida hace varios años.
Si bien, sospecha Frederich
se labrará una multa a la
simpática y ocurrente
utilización de una silla plástica
(también fatigante de sueños asiáticos)
a modo de asiento del conductor;
la orden impartida por el oficial
que acerca su nariz a la boca abierta
del taxista para leer mejor
el débil soplido o bostezo que
éste le ofrece reticente,
indica que no se trata sino
de la desaprobación
de un control de alcoholemia
e incautación del vehículo
de Justino Menendez.
Durante la caminata
de regreso al hostel,
Frederich intentará sin éxito
inteligir aquella escena.
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